lunes, 10 de diciembre de 2007

CAPITULO INICIAL, ATRASADO Y FUERA DE LUGAR

PARTE SEIS

CAPITULO ATRASADO Y FUERA DE LUGAR.

" La golondrina Sinhá apesar de ser bella, era un poco loca. Loquita le quedaría mejor. Aunque aún tenía que ir a la escuela de pájaros, era muy jóven que sus respetables padres no la dejaban salir de noche sola con sus adminadores, ella ya era bien independiente, enorgullesiendose de mantener buenas relaciones con todos los habitantes del parque. Amiga de la lad flores y de los árboles, de los patos y de las gallinas, de los perros y de las piedras, de las palomas y del lago. Con todos ella conversaba, un tiempito suficiente, sin darse cuenta de las pasiones que iba dejando al pasar. (...) a pesar de todas esas relaciones y admiraciones, una sombra nublaba la vida de la golondrina Sinhá, que es la razón de ser de este capitulo incial atrasado, pues esa sombra era exactamente el gato manchado. O mejor dicho; el hecho de que ella nunca hubiese conseguido conversar con él. Aquel sujeto callado, orgulloso y medio bestia, le comia los nervios. habituaba a vivir espiandolo cuando él dormía, o cuando tomaba el sol en al pasto. Escondida en la rama de un árbol, solia mirarlo durante horas, buscando e inventando razones por el feoso no mantenia relaciones con nadie.

Oia hablar mal de él, pero de igual forma miraba fijamente su nariz rosada, sus grandes bigotes, y (nadie sabe porque) dudaba de la veracidad de las historias. Así son las golondrinas, que se puede hacer? (no hay forma de hacerlas comprender la verdad más rudimentaria, la verdad más probada y conocida, si ellas se ponen a dudar no hay mas que se pueda hacer ) Son cabezas duras y se dejan guiar por sus corazones.
El gato manchado era la sombra en la vida clara y tranquila de la golondrina Sinhá. A veces estaba cantando unas lindas canciones que aprendió con el ruiseñor, y , de subito, paraba porque veía (a veces adivinaba) el gran cuerpo del gato que paseaba caminando cantando su canción predilecta. Ella lo seguia por los aires, rapido o despacito, incluso cierta tarde, se divirtió mucho tirandole palitos secos sobre su espalda. El gato dormia, ella estaba escondida entre las hojas del Jacaranda, riendose con cada palito que acertaba en las espaldas del gato, obligando al peresoso a abrir un ojo y mirar a su alrededor. Pero luego los cerraba, pensando que era alguna broma idiota del viento.

Fue ese día que ella tuvo la célebre conversación con la vaca Mocha. (…) La vaca Mocha no gustaba del gato manchado porque, siendo ella una figura altamente respetable, con sangre de porteña en sus venas, se consideraba terriblemente ofendida por el misero felino en cierta ocasión ya distante. Sucedió que, a pesar de su circuspección, la vaca Mocha era dada a la ironia. Fue así que, cierta vez, habiendo encontrado al gato manchado en el corral, donde el gato fue con la esperanza de robar un poco de leche, le dijo, en un gesto de desprecio y pilleria en mezcla de español y de portugues:
- Un tipo tan chiquito y ya con bigotes.
El gato, en evidente e imperdonable falta de respeto, tuvo la osadia de responderle:
- Una tan grandota y sin sostenes.
La vaca Mocha le lanzo un par de patadas, pero el gato ya iba lejos, riendo para dentro con una risa malvada (…)

Cuando la golondrina le conto, la especie de diversión en que astaba sus tardes, la vaca Mocha lamento que, en vez de palitos, la golondrina no hubiese tirado pedazos de roca en el cráneo del gato, liquidandolo de una vez. Pero cuando sinhá se horrorizó con tal posibilidad sangrienta y le confeso qye jugaba con los palitos como un pretexto para buscar conversa con el gato. Ahí fue donde la vaca realmente demostro su asombro:
-Hablar con el gato?, Loquita, piensas hacerl realmente? Por Dios, no seas tonta!
Hablar en español le daba estatus y cansancio, que cansancio! Continuo en portugues.
-Entonces tu no sabes que él es un gato, un gato malo, y que jamás una golondrina puede- sin comprometer la horna de su familia- mantener relaciones, siquiera un simple intercambio de cumplidos, con un gato. Que no sabes que los gatos son enemigos irreconciliables de las golondrinas, que muchas y muchas parientes tuyas perecieron en las garras de gatos como ese manchado? O no lo sabias?
Prosiguió con el sermón. Como pensaba ella, loca golondrina, romper una ley tan antigua, y pasar por encima de las reglas sagradas, establecidas a través del tiempo, y hacer tal insulto a sus amigos, dar tamaño disgusto a sus padres?
- pero el no hace nada…
- Es un gato, y peor aún, manchado!
- Solo por ser un gato y encima manchado? Pero él tiene un corazón como todos nosotros…
- Corazón? Se indigno la vaca Mocha, de facil indignación como estamos de a poco descubriendo.
- Quien te dijo que tiene corazón? Quién?.
- Bueno yo pensé…
- Tu le viste algún corazón? Dime?
- Ver no vi…
- Entonces?
Luego habló largamente. Le conto la historia de lo que el gato le habia hecho, y una vez más derramo lagrimas al recordar el insulto. Nuevos consejos, advertencias: dar cosejos era una de las especialidades de la vaca Mocha. Reglas del buen vivir, llenas de saludos, moralidades y cortezia, le explico como debia comportarse una joven golondrina doncella, lo que podia hacer y lo que le estaba vedado a una golondrina. Principalmente no diva hablar con gatos, mucho menos con el gato manchado…
La golondrina oyó, atenta, como la buena educación lo ordena, y quedó triste. No debia conversar con un gato, haria muy mal en pensar una cosa así. La vaca debería tener razón, poseía experiencia y una voz empostada y noble. Solo que la golondrina, cabeza dura, no comprendio porque cometerá un pecado en conversar con un gato. En todo caso, juro a la vaca jamás tirarle palitos a la espalda amarilla y negra del gato manchado y nisiquiera pensar en conversar con él.
Pero el juramento de una golondrina no vale mucho, no se le debe dar crédito exagerado. Mucho menos juramento de golondrina jóven, de cabeza ardiente y de espiritu un poco aventurero. De mi parte, desconfio, que al jurar, ella ya sabía que sería incapaz de cumplir su juramento. Continuo espiando al gato.No le tiro mas palitos, pero ay! No debio hacer un juramento así, no queria que el creyese que se trataba de una pilleria del viento. Ella lo espió todos los días hasta aquel día de la llegada de la primavera…”

CONTINUARA...

Capítulo inicial, atrasado e fora de lugar
“Andorinha Sinhá, além de bela, era um pouco louca. Louquinha, fica-lhe melhor. Apesar de ainda frequentar a escola de pássaros, tão jovem que os respeitáveis pais não a deixavam sair à noite sozinha com os seus admiradores, já era metida a independente, orgulhando-se de manter boas relações com toda a gente do parque. Amiga das flores e das árvores, dos patos e das galinhas, dos cães e das pedras, dos pombos e do lago. Com todos ela conversava, um arzinho suficiente, sem se dar conta das paixões que ia espalhando ao seu passar. (…)Apesar de todas essas relações e admirações, uma sombra anuviava a vida da Andorinha Sinhá, razão de ser deste atrasado capítulo inicial, pois a sombra era exactamente o Gato Malhado. Ou melhor: o fato dela nunca ter conseguido conversar com o Gato. Aquele sujeito caladão, orgulhoso e metido a besta bulia-lhe com os nervos. Habituara-se a vir espiá-lo quando ele dormia ou esquentava sol sobre a grama. Escondida no ramo de uma árvore, mirava-o durante horas perdidas, cismando nas razões por que o feioso não mantinha relações com ninguém. Ouvia falar mal dele mas fitava o seu nariz róseo, de grandes bigodes, e – ninguém sabe por que – duvidava da veracidade das histórias. Assim são as andorinhas, o que se pode fazer? – não há forma de fazê-las compreender a verdade mais rudimentar, a mais provada e conhecida, se elas se metem a duvidar. São cabeçudas e se deixam guiar pelo coração.O Gato Malhado era a sombra na vida clara e tranquila da Andorinha Sinhá. Por vezes estava cantando uma das lindas canções que aprendera com o Rouxinol, e, de súbito, parava porque via (às vezes adivinhava) o grande corpo do Gato que passava em caminho do seu canto predilecto. Ia então pelos ares, seguindo-o devagar, e, em certa tarde, divertiu-se muito a atirar-lhe gravetos secos sobre o dorso. O Gato dormia, ela estava bem escondida entre as folhas da jaqueira, rindo a cada graveto que acertava nas costas do Gato, levando o preguiçoso a abrir um olho e mirar em torno. Mas logo o cerrava, pensando tratar-se de alguma brincadeira idiota do Vento. (…) Foi nesse dia que ela teve a célebre conversa com a Vaca Mocha. (…) Vaca Mocha não gostava do Gato Malhado porque, sendo ela uma figura tão altamente respeitável, com sangue portenho, considerara-se terrivelmente ofendida pelo mísero felino em certa distante ocasião. Acontece que, apesar de sua circunspecção, a Vaca Mocha era dada à ironia. Foi assim que, certa vez, tendo encontrado o Gato Malhado no curral, onde fora com certeza na esperança de roubar um pouco de leite, disse-lhe, num misto de desprezo e pilhéria e em mescla de espanhol e português:- Un tipo tan chiquito y ya de bigotes!O gato, em evidente e imperdoável desrespeito, teve a ousadia de responder-lhe:- Uma sujeita tão grandona e sem porta-seios!A Vaca Mocha armou-lhe um coice bem armado mas o gato ia longe, rindo para dentro seu riso malvado.(…)Quando a Andorinha lhe disse em que espécie de diversão empregara sua tarde, a Vaca Mocha lastimou que, em vez de gravetos, a Andorinha não houvesse jogado calhaus enormes bem no crânio do gato, liquidando-o de uma vez. Mas quando Sinhá se horrorizou com tal possibilidade sangrenta e lhe confessou que jogara os gravetos como um pretexto para puxar conversa com o gato, aí foi a vez da Vaca demonstrar seu assombro:- Hablar con el Gato? Piensas, loquita, en hacerlo realmente? Por Dios, no seas tonta!Falar espanhol dava-lhe status e cansaço, que cansaço! Continuou em português.- Então tu não sabes que ele é um gato, um gato mau, e que jamais uma andorinha pode – sem com isso comprometer a honra da família – manter relações, sequer de simples cumprimentos, com um gato? Que os gatos são inimigos irreconciliáveis das andorinhas, que muitas e muitas parentas tuas pereceram entre as garras de gatos como aquele? Malhados ou não?Prosseguiu com o sermão. Como pensava ela, louca andorinha, em rasgar uma velha lei estabelecida, em passar por cima de regras consagradas pelo tempo, em fazer tal insulto aos seus amigos, dar tamanho desgosto aos seus pais?- Mas ele não fez nada…- É um gato, e ainda por cima, malhado!- Só por ser um gato ainda por cima malhado? Mas ele tem um coração como todos nós…- Coração? – Indignou-se a Vaca Mocha, de fácil indignação como estamos aos poucos constatando. – Quem lhe disse que ele tem coração? Quem?- Bem, eu pensei…- Você viu o coração dele? Diga!- Ver não vi…- Então?Ainda falou longamente. Contou a história do que o Gato lhe fizera e mais uma vez derramou algumas lágrimas ao recordar o insulto. Novos conselhos, advertências; dar conselhos era uma das especialidades da Vaca Mocha. Regras de bom viver, cheias de salutar moralidade e de algum ranço. Explicou como deve comportar-se uma jovem andorinha donzela, o que pode fazer e o que lhe estava vedado. Principalmente não deve falar com gatos, muito menos com o Gato Malhado…A Andorinha ouviu, atenta como a boa educação ordena, e ficou triste. Não devia conversar com o Gato, fizera muito mal em pensar em tal coisa. A Vaca devia ter razão, possuía experiência e uma voz empostada e nobre. Só que a Andorinha, cabeça dura, não compreende por que cometerá um pecado se conversar com o Gato. Em todo caso, jurou à Vaca jamais jogar gravetos sobre o dorso amarelo e preto do Gato Malhado e nem sequer pensar em conversar com ele.Mas juramento de andorinha não vale muito, não se lhe deve dar crédito exagerado. Muito menos a juramento de andorinha jovem, de cabeça ardente e espírito um pouco aventureiro. De mim, desconfio que, ao jurar, ela já sabia ser incapaz de cumprir a jura. Continuou a ir espiar o Gato. Não mais lhe jogou gravetos mas, ai!, não devido ao juramento e sim, com medo de que ele fosse embora pensando tratar-se de pilhéria do vento. Ia espiá-lo todos os dias até que naquele dia da chegada da Primavera…"(continua)

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